Un gol del cedido por el Levante en el minuto 88 da el triunfo a la Cultural frente al Talavera (2-3) en un encuentro que pudo llevarse cualquiera
En el Siglo IX, una prehistórica y casi abandonada ciudad de León tenía la obligación de entregar, entre muchas ofrendas, un tributo de cien doncellas al Emirato de Córdoba como pago por un pacto entre antepasados de los monarcas cristianos y musulmanes de turno. Un foro u oferta que llegó a su fin con la negativa de Ramiro I de los Ástures de seguir con tal afrenta y que tuvo, en su consecuencia, la mitológica Batalla de Clavijo.
En tiempos actuales, en los que la Cultural se veía obligada a rendir tributo en forma de tres puntos primero a Racing de Ferrol y luego, casualmente, a Córdoba; llegó un noble de tierras valencianas para poner fin a esa ofrenda, y recuperar en el mapa la senda correcta para un equipo leonés que llegaba con la necesidad de puntuar.

Un redondeo perfecto a un domingo muy especial para el aficionado leonés por motivo de las fiestas de San Froilán. Entre carros engalanados, cantaderas y pendones, llegaron Jon Ander Amelibia, Roberto Alarcón y con la campana Álex Blesa para demostrar que los festejos del patrón de la Diócesis de la capital son los mejores de todo el año.
Un Talavera que quiso asaltar el trono leonés
Las plegarias fueron escuchadas, y Eduardo Docampo movió su libreta. Pablo Trigueros entró en el once inicial en sustitución del leonés Cristian Pérez. Un síndico perfecto para afrontar las contras de un cabildo que no tardó en inclinar la balanza en la discusión. Álvaro Juan, y es que la ley del ex para la Cultural nunca cambia, se encargó de perforar las redes leonesas a las primeras de cambio.

Nuevamente, de la forma más cruel. Paradón de Salvi Carrasco y, en el rechace, ahí estaba el profeta en su tierra para mandar el cuero a las redes. Los fantasmas de Ferrol y Córdoba (y gran parte de la pasada temporada) regresaban. Pero, como la historia muchos siglos atrás, ahí apareció un santo a caballo para guiar a los de Docampo a la victoria.
Fue Jon Ander Amelibia, y tras un saque de banda, el que pondría las tablas nuevamente en lo alto de El Prado. Sacó la Cultural, se elevó por encima de todos el vasco y, con un preciso giro de cuello, clavó una vaselina a un Villanueva muy alejado de sus tres palos. Cosas de la vida, los blancos volvían al encuentro de la forma que tanto condenó en sus dos anteriores contiendas.

Obolskii pudo firmar la remontada ‘express’ con un penalti a favor. Pero el ruso mandó ese cuero directamente a las aguas del Tajo. Algo que no sentó bien a la escuadra cazurra que, según comenzó la segunda mitad, pagaba en exceso las ocasiones erradas con el segundo de los talaveranos. Tras tres o cuatro rebotes, y sin ninguno de los equipos capaces de hacerse con el control de un balón juguetón, el cuero cayó en los pies de Etxaburu, que no dudó frente a Salvi. Con el 2-1, el tributo de los tres puntos parecía quedarse esta vez en tierras castellanas.
No sería por mucho tiempo, puesto que los leoneses contaban con toda una ayuda llegada de Murcia. Roberto Alarcón, en su primer acercamiento con peligro a la meta local, logró sobrepasar la zaga talaverana para volver a poner las tablas en el electrónico. La pelea en el Claustro, no de la Catedral, sino del Prado, estaba en su momento culmen, y la balanza podía nivelarse para cualquiera de los dos bandos.

Giuliano, en mano a mano con Salvi, pudo decidir el partido, y por ende la primera victoria del Talavera en Primera Federación. Pero la acometida no llegó a buen puerto, y el balón se escapó por encima del larguero. Y, como bien enuncia el dicho «quien perdona acaba pagando», la Cultural demostró que el mejor engalanamiento es el que efectúan los municipios del viejo Reino. Con una pizca de paella valenciana y otro poco de marmitako guipuzcoano, Álex Blesa tras una asistencia de Muguruza puso el 2-3 definitivo.
Fin al tributo de los tres puntos, pues esta vez el tesoro se queda en León. Fin a una racha de dos encuentros consecutivos sin puntuar, y es que San Froilán es mejor santo al que rezar. Pudo levantarse el pendón a favor de cualquiera de los dos bandos, pero el leonés era el mejor concejo en el que reflejarse. El camino es difícil, peligroso, pero los leoneses ya saben que mejor que una ofrenda floral a La Virgen, es un tirón de nariz al santo.