La Cultural y Deportiva Leonesa cae ante el DUX Inter de Madrid (3-2) en el último minuto del partido
«De Madrid al cielo» dice el dicho. Un popular conjuro que tiene su significado en que en la capital española por haber, hay de todo. Teatros, cines, espectáculos… Aunque para otros, más bien puede expresarse el dicho «de Madrid al infierno».
La Cultural volvía a Madrid. Ya lo había hecho en pretemporada ante el Castilla. Pero en Liga, desde un lejano 2019, los leoneses no cruzaban las fronteras que separan Castilla La Vieja de Madrid. Y, visto lo visto, mejor que no haya sido en tanto tiempo.
Todos los detalles del Municipal de Villaviciosa de Odón
Llegaban los leoneses tras imponerse a los cachorros bilbaínos. En frente, un DUX Inter de Madrid que no conocía aún la victoria. Se estrenaba Edu Frías bajo palos. Y es que ya han sido tres los errores de Sotres en este arranque liguero.

Sobre el césped sintético de un Municipal de Villaviciosa de Odón que más se asemeja a un campo de cadetes que a un Primera RFEF, comenzó mandando el cuadro del Reino. Los madrileños se escondían del león furioso. Paso adelante de los de Ramón González que tuvo su recompensa.
Saque de esquina raso, Aarón Piñán en la frontal. Disparo igual de raso del leonés y balón al fondo de la portería. Zarpazo del felino que subía al cielo, como dice el dicho. Pero San Pedro decidió no abrir las puertas y mandó a los leoneses de vuelta con los mortales.
Adrián Mancebo. Culturalista en el pasado, interista en el presente, hacía valer la ley del ex para poner las tablas en el encuentro. Un fallo en defensa de los leoneses dejó solo al delantero local que, con un simple remate, ponía el 1-1 en el marcador. Jarra de agua fría. no sería la única.

Para colmo del sufrimiento visitante, Marc Rovirola tenía que retirarse del terreno de juego por un golpe en la rodilla y, tras el tanto madrileño, era Aarón Piñán el que no llegaba al descanso.
Salieron en el segundo acto más activos los locales. El cuero se tiñó del negro de la elástica local, y los leones pasaron a ser tiernos cachorros que esperaban en su guarida algún que otro balón con el que salir a la contra. Aún con el balón en su posesión, los interistas no lograban penetrar la retaguardia leonesa. Momento en el que los de Ramón González decidieron echar una mano a esos que la necesitaban.
Pedro Empis, con fuego amigo, remataba un pase de la muerte de Herrera a su propia portería. Si la jarra de antes estaba fría, esta estaba helada. Decidió el técnico, como último suplicio, sacar al portugués por Sergio Buenacasa. «Defensa de tres y todo o nada arriba» debió pensar. Y, extraño, salió bien la jugada.

Galas, brazalete de capitán en mano, mandó un pase en alto a la carrera de Buenacasa. Intentó despejar Álvaro Montero, intentó llegar al cuero Yelco Ramos y, finalmente, el que llegó fue el recién ingresado culturalista para mandar de una vaselina el balón a la jaula. Parecía que el agua ya estaba más caliente, y al león le volvían a crecer las alas.
Nada más lejos de la realidad. Cuando la Cultural casi roza el cielo con una ocasión inigualable de Ander Vitoria, que solo debía controlar y disparar, el infierno llamó a las puertas. Álvaro Martín, en la última acción del encuentro, mandó el balón al fondo de las redes con un impresionante latigazo desde fuera del área que tuvo cobijo en donde no podía llegar Frías.
Finalmente, la jarra de agua ya no estaba helada, sino glacial; y de Madrid, el equipo se había ido al infierno. Justa derrota, pero cruel. Muy cruel. Octavo gol en contra en cuatro partidos y tan solo cuatro de doce. «Ya saldrán las cosas, estamos empezando». Un discurso que comienza a quemar al aficionado leonés. Igual que empiezan a quemar esos puestos en rojo de la tabla. Lo hecho, hecho está. Y lo habido, por hacer. De momento, la Cultural dormirá una semana en el infierno.