La Cultural y Deportiva Leonesa cede una nueva igualada, esta vez ante la UP Langreo (2-2), y encadena tres encuentros sin conocer la victoria
Dice un dicho popular que «entrenador nuevo, victoria segura». También dice otro dicho que «el que perdona acaba pagando». Muy cierta la segunda, totalmente falsa la primera. Y es que en Llangréu, llámese Langreo para los castellanoparlantes, el efecto Idiakez pareció durar tan solo 20 minutos.
20 minutos en los que la Cultural y Deportiva Leonesa tuvo el gol, la ventaja, y la sentencia. Pero que, al final, tuvo el gol, los fallos, y la igualada. Y un extra, la lesión. Porque parece que el fútbol en la ciudad de León solo dura lo que se tarda en cocer un plato de macarrones. El resto de minutos vienen protagonizados por pérdida de la plantilla, de los puntos y de todo lo trabajado durante la semana en cuanto a defensa en balón parado se refiere.

Porque el efecto Idiakez trajo una buena versión de un recuperado Andy Kawaya, pero en momentos puntuales. Trajo a un siempre gran coloso Rodas, hasta donde llegó. Trajo a un Héctor Hernández poderoso de espaldas a puerta, hasta que decidió sentarlo. Y, por último, trajo un nuevo punto a León insuficiente en la pelea por la ‘Pro’.
Todos los datos del Nuevo Ganzábal
En este subgrupo B están de moda los derbis, y hoy no iba a ser menos. UP Langreo y Cultural y Deportiva Leonesa iban a disputar el ‘Derbi de Santa Bárbara’. Y es que no puede caer en el olvido dos tierras, Asturias y León, con unas raíces bien hundidas en la minería. Por lo que este texto va íntegramente dedicado a todas esas familias que de sol a sol no veían la luz, y el negro del carbón coloreaba su piel.
Y, como la minería, el encuentro comenzó prometedor para los del Bernesga; y acabó con pie y medio en el cementerio. Regresaba Kawaya, y se notó. Ni cinco minutos pasaron para ver como el belga se inventaba una jugada que terminó en un centro medido a la cabeza de Bravo. Giro de cuello del madrileño y balón a la jaula.

Se gustaban los mineros leoneses. Pudieron llegar a más riqueza excavando un poco más, pero los picos de Sergio Marcos y Kawaya se toparon con Adrián Torre en portería. Y si no fue el meta, fue ese duro mineral llamado «poste», a prueba de disparos a puerta.
Como a finales de siglo con la minería, el efecto Idiakez dijo «adiós». El carbón dio paso al gas. Y, el tanto de Bravo, fue neutralizado por el de Pana, el llamado ‘pistolero de Ubrique’. Y, por si las noticias no eran ya malas, el amigo «lesión» llamó a las puertas. Héctor Rodas, el llamado ‘coloso’ no pudo hacer frente a las molestias físicas, y tuvo que abandonar el oficio, como muchos mineros tuvieron que hacerlo en un pasado.

Aunque un rayo de luz se vio al final del profundo túnel. Dioni pudo hacerse con un centro que se iba fuera para, de primeras, mandar un perfecto pase de la muerte a Sergio Marcos. Toquecito del de Sacedón y el 1-2 subía al marcador. Gol psicológico que se dice en términos futbolísticos.
Sin embargo, hay que volver a rescatar la frase «el que perdona, lo paga». Kawaya volvió a probar si el larguero era igual de resistente que en el primer tiempo. Y, para sorpresa, lo fue. Después Dioni y Héctor volverían a probar al portero azulgrana. Igual de sólido. El derrumbe llegaría del lado contrario.

Otra vez a balón parado. Saque de esquina langreano, salida en falso de Zubiaurre, y gol de Ketu sin oposición. La Cultural, en ese momento, supo que la mina habría cerrado para siempre. No solo para los leoneses, sino que también era definitivo para asturianos.
Dioni, en un mano a mano, tendría la última posibilidad de ver el milagro. Pero el tiro fue demasiado cruzado, y se fue por la línea de fondo. Empate que, nuevamente, no contenta a nadie. Con este punto, los leoneses descienden una nueva posición -de momento-. El paso de las jornadas dirá si estos leones corren la misma suerte que la minería local o si, por el contrario, estos sí logran salvarse.