La contienda repetida del curso pasado se salda con victoria para los de Cistierna tras verse contra las cuerdas ante Valle del Curueño-Montaña Oriental en los tres últimos combates
Dijo una vez el ‘Sabio de Hortaleza’ que «las finales no se juegan, se ganan»; y en la cabeza de todos los luchadores de San Guillermo de Cistierna estuvieron esas palabras hasta el final. Como en una de esas historias en las que lo imposible ocurre cuando menos se espera. Una de esas películas que el director se ve obligado a tirar de un ‘Deus ex machina’ para lograr un final convincente. Con esa heroicidad digna de la imaginación de Homero, los de Rodri hicieron un pulso al destino, y lo ganaron.
Porque la final de la Liga por Equipos, ese preludio de la de Verano que tanto ansían los luchadores, no se decidió hasta la última de las caídas. Un 26-26 que tuvo que ser llevado al ‘caída-average’ para coronar a San Guillermo como el nuevo campeón invernal de una competición que finalizó con las flores de la primavera. Y, para mayor drama y pasión, esos que cantaron el triunfo fueron los mismos que un año atrás terminaron en el segundo peldaño del pódium.
Matallana de Torío y la máxima igualdad
En la Ribera del Torío, a los pies de la Montaña Central Leonesa, se daban cita los mismos protagonistas del pasado año. Por un lado San Guillermo de Cistierna, segundos antes de las 19:00 horas. Por el otro Valle del Curueño-Montaña Oriental, plata tras esa hora. El último corro antes de saludar al verano, el primero de lo que serán unos meses mágicos.
La igualdad hizo acto de presencia durante el total de la contienda. La base, en la primera vuelta, mostraba mejor forma en el bando de San Guillermo que, pese a comenzar cayendo en el primer combate, logró sobreponerse ampliando la ventaja a 8-4. No temblaron los del equipo parejo que, con tres puntos seguidos, ya aparecían en el retrovisor de los llegados de Cistierna.
Turno para el plantel femenino. Y aquí San Guillermo tiró de galones. Primero Bea, luego Edi, y finalmente Lucía volvieron a llevar la ventaja a cuatro puntos (11-7). La primera vuelta finalizaría con los senior y esos combates que predicen un verano ilusionante. Guiller puso al servicio del espectador su integridad física ganando con serias molestias en una de sus piernas, y después Moisés y Rubo Fierro protagonizaron el combate de la tarde, con victoria para el de San Guillermo. Al final de la vuelta, el 14-12 reflejaba un segundo acto lleno de emoción. Y este no se dejó esperar.
Una final de finales
La base cisterniense comenzó sacando pecho hasta incluso poner el 18-13 en el electrónico; la máxima ventaja de los, a la postre, campeones. Sin embargo, el chip de vigentes vencedores se encendió en el Valle del Curueño-Montaña Oriental, y la euforia dio paso a la remontada. 20-18, 20-19 y, con el último combate de la base, el 20-21 se impuso como una realidad. Pero la épica no había hecho otra cosa que escribir su primer capítulo.
A estas alturas el ambiente en las gradas está caldeado. Ese fuego interior que tanto tiempo lleva acumulándose sale cual volcán erupcionando, y Matallana de Torío sirvió como Tártaro para la ocasión. Primero Bea logra devolver las tablas a la final. Pero, acto seguido, Rebeca rompe las quinielas derrotando a Edi y dejando ver un prometedor futuro. Lucía vuelve a dibujar un 22-22 en lo alto del escenario.
Turno final. Tiempo para los senior. Las victorias de Víctor Llamazares y Javi Sancho por parte de Valle del Curueño-Montaña Oriental llevan la ventaja a dos (22-24). David recorta para San Guillermo, pero Adrián Fierro y Rubo dejan la final a un solo punto de volver a proclamarse campeones (23-26). Triple bola de partido que se diría en el tenis. Pero, al igual que lo de Rafa Nadal de este domingo, ocurre la segunda parte de la épica.
Moisés salva la primera ‘final’. Jorge Rodríguez le pone más picante si cabe al romper el cinto ante Pablo Martínez, y el 25-26 deja el todo por el todo en el último combate. El público echa cuentas. Si Gonzalo, debutante en este deporte, vencía a Pedro Alvarado, campeón de pesados, Valle del Curueño-Montaña Oriental conservaría su estatus de campeón. Si, por el contrario, era el favorito el que derrotara al novato, a contar las caídas totales.
El duelo sigue el guion esperado, y Alvarado no da tregua a un joven Gonzalo. 26-26, y al ‘caída-average’. Tan igualada estuvo la final que cualquiera de los dos equipos podría haberse llevado el recuento. Pero, finalmente, y ante el grito de explosión en la grada, el juez de mesa indica que el trono cambia de poseedor a San Guillermo con 59 caídas a 56,5. Una final épica para lo que será una Liga de Verano digna de epopeyas y cancioneros.
Fotografía principal: Saúl Arén