Este viernes, en Historia MARCA León, el jugador con más partidos de la historia de la Ponferradina habla de los 25 años del equipo berciano en el feudo anterior a El Toralín
Inaugurado el 30 de marzo de 1975 en la victoria por 3-0 ante el Arandina, el estadio de Fuentesnuevas se convirtió a partir de la temporada 1974/1975 y hasta el año 2000 en la casa de la SD Ponferradina tras abandonar el campo de Santa Marta. 25 años de historia en el que el club berciano logró el que, hasta aquella fecha, era el hito de la entidad blanquiazul como lo fue el primer ascenso a Segunda División B de su historia, en la campaña 87/88.
Entre los futbolistas que defendieron el escudo berciano durante ese cuarto de siglo, cabe destacar al guardameta Eduardo Fernández que, con 21 temporadas consecutivas en el club, se erige como el jugador que más veces ha vestido la elástica blanquiazul en la historia del equipo. «Yo comencé mi carrera en el campo de Santa Marta, además llegué a mitad de temporada debido al servicio militar; por ello siempre digo que estuve 20 temporadas y media en el club», recordaba Fernández este viernes en Historia MARCA León.
Una trayectoria hasta mediados de los 90 en la que el portero berciano vivió de primera mano el cambio de feudo a Fuentesnuevas y el primer ascenso del equipo a Segunda División B: «La gran diferencia que hubo fue la ubicación. El nuevo estadio estaba a cinco kilómetros de la ciudad, y en aquella época era un impedimento incluso para nosotros, que teníamos que ir a entrenar». Aunque, según relata el ex cancerbero del club berciano «con el paso de las temporadas eso se fue normalizando».
«Siempre se habla del jugador número 12 refiriéndose a la afición, y en Fuentesnuevas esa conexión entre el equipo y el público era real. Al estar tan cerca de los jugadores, los ánimos nos aupaban, al tiempo que a los rivales les hacía el efecto contrario… ¡incluso para los árbitros podía suponer un punto de inflexión!», contaba Eduardo Fernández acerca del nuevo feudo berciano. Un estadio de Fuentesnuevas que, en el año 2000, vio su fin por el actual Toralín: «tenemos la suerte de poder disputar los partidos en una preciosidad de campo en el que se conserva esa conexión entre el público y el equipo».