El ABANCA Ademar cae ante el Viveros Herol BM. Nava 27-23 pero se clasifica a la fase final de la Copa del Rey
Si acudimos a la literatura clásica, dos obras resaltan por encima del resto. Una es la Ilíada, escrita por Homero en torno al Siglo VIII a.C. La otra es la Odisea, redactada por el mismo autor y en el mismo momento histórico de la Antigua Grecia. El primero de ellos cuenta la facilidad con la que los guerreros de Odiseo (más conocido como Ulises) se infiltran y conquistan la ciudad amurallada de Troya.
El segundo es su continuación; el viaje arduo y peligroso de vuelta a casa. Los tiros de lo visto esta tarde en Nava de La Asunción van por ahí. Los guerreros dirigidos por Manolo Cadenas consiguieron deshacerse con gran astucia de los segovianos en el encuentro de ida.
Sin embargo, el viaje a Antequera bien podría definirse como un mar lleno de peligros y dificultades. Pero, como en la famosa obra, el final relata un feliz encuentro entre sus protagonistas y su amada tierra, que en este texto tendrá el nombre de la localidad malagueña.
Todos los detalles del Guerreros Naveros
Llegaban, como bien se ha incidido, los leoneses a Nava de La Asunción con esa magnífica renta cosechada en el Palacio de nueve tantos. Un colchón para respirar. Pero para Manolo Cadenas, este siempre tiene en su interior muelles oxidados esperando clavarse cuando menos se espere.
Salieron los locales al ataque, el nombre de su pabellón lo avala; algo que pilló de sorpresa al Ademar. La ofensiva castellana era apaciguada por la bravura en defensa de los leoneses, y es que este barco ha pulido bien su casco en los últimos encuentros. Con Panos, semidios griego hoy, en el arco marista no había opción de intento de remontada. Hasta que, de tantos ataques, la cubierta empezó a dañarse.
Con un Patotski acertado y un Rodrigo Pérez lanzando ofensivas (irónico, lo más peligroso de los naveros procedía de León), los segovianos se fueron tres arriba en el ecuador de la primera mitad; privando a los ademaristas de ocho minutos sin perforar las mallas rivales.
Ante ello, a Manolo Cadenas no le quedó otra que sacar la artillería, esa que supuestamente reservaba. De esta forma, unos menguados Gonzalo Pérez y Boskos salieron a guiar a los suyos rumbo a Málaga. Buena estrategia, a la par que arriesgada. Un parcial de 1-4 en los últimos dos minutos puso el 12-12 al término del descanso. La remontada parecía apaciguada.
En los segundos 30 minutos se pudo ver cómo los naveros asumieron que no podrían llevarse la eliminatoria, pero no por ello el partido. Mejor les fue a los leoneses, que sabían que el barco llegaría a buen puerto a pesar de la bravura de las aguas que surcaban. Con ese ritmo, los leoneses llegaron al ecuador de la segunda mitad con 19-18 abajo, y ya con la mira puesta en Sinfín.
Sin embargo, la relajación nunca hizo mella en los de Manolo Cadenas, que hasta el último suspiro no bajaron la guardia. A falta de cinco minutos, el electrónico marcó un 24-23, definitivo para los leoneses, ya que nunca más anotarían; obra además de una fantástica rosca de Santista que poco más y desarticula su muñeca.
Una doble exclusión dejó a los leoneses con cuatro defensas en los últimos momentos. Y, como si ensayado estuviera, los dos ataques naveros no verían puerta; muestra de un gran trabajo en la zaga ademarista. Con prácticamente el tiempo cumplido, ahora sí, los leoneses pudieron respirar. El 27-23 figuraba en lo alto del marcador, pero el barquito había divisado tierra.
La Odisea ademarista fue movida, en tramos peligrosa, pero en ningún momento hubo amague de naufragio. Los guerreros tripulados por Manolo Cadenas ya están en tierra, en suelo antequerano. Y es que el camino a Europa empieza por la localidad malagueña. Pero hasta entonces, tocará combatir en las batallas de ASOBAL.