El equipo catalán pasa por encima de los leoneses, muy desgastados, y se lleva su octava Copa del Rey seguida
Por ahora no hay alternativa al Barcelona en el balonmano español. Desde hace ocho años no se le escapan ningún título ni competición puertas adentro, y los partidos que ha concedido desde entonces, todos sin consecuencias, se cuentan con los dedos de una mano mutilada.
La Copa del Rey no iba a ser una excepción. No resultó su triunfo más lucido. Llegó saturado de partidos, la semana previa a que casi la mitad de su plantilla se juegue con sus selecciones en los torneos preolímpicos su participación en Tokio. Condicionantes que se traslucieron en su juego a lo largo de tres días. Pero al Barça le sobran recursos, y su superioridad sobre sus rivales de Asobal es lo suficientemente amplia como para garantizarle esta octava Copa consecutiva, la vigésimo quinta que consigue.
En la final se encontró a un Abanca Ademar que había jugado la suya propia 24 horas antes. Su presencia le otorgaba ya un puesto en Europa la próxima temporada, abrirla en la Supercopa con el propio Barça y, en definitiva, salvar en gran medida esta tan anormal.
Su desgaste era mayor incluso y además fue perdiendo efectivos por el camino: Semedo en la semifinal y Jaime Fernández al término de la primera mitad. Manolo Cadenas recurrió a jugadores con menor protagonismo y de esa forma afrontaron el choque.
Cualquier atisbo de sorpresa saltó rápidamente por los aires. La concatenación de pérdidas y faltas técnicas de los leoneses (cinco en sus seis primeros ataques, que ascendieron a 11 al descanso) les puso a remolque muy pronto y obligó a Cadenas a despertar a sus jugadores en un tiempo muerto. Fue el portero Ghedbane el que con sus espectaculares paradas mantuvo en pie al equipo y se le unió un ‘secundario’ como el joven zurdo croata Gostovic.
Pero al Barça les bastó con su seguridad defensiva, las paradas de Moller, que hasta marco un gol a puerta vacía, y sobriedad en ataque para ir percutiendo como un martillo pilón y llevar a diferencia a los nueve goles antes del descanso (10-19).
A los dos equipos les faltaba explosividad, o no la manifestaron. Prefirieron elaborar su juego, aun a riesgo de rozar el pasivo en el caso del Ademar, y confiar la definición, en última instancia, a sus pivotes. Marchán por parte ademarista y Fabregas, Frade y Sorhaindo por la azulgrana fueron los protagonistas de la segunda mitad.
A la final le faltó emoción, pero hubo lances suficientes de calidad por ambos lados. Cuando se vuelvan a medir Barça y Ademar con un título en juego, en septiembre en la Supercopa, frescos y con ganas renovadas, quizá ofrezcan un partido más reñido. Habrá que seguir esperando.
FICHA TÉCNICA
27 – Abanca Ademar: Ghedbane; Feutchmann (3), Natán Suárez, Lucin (3), Gonzalo Pérez (2), Piechowski (1), Casqueiro (2) ; Jaime Fernández, Marchán (7), Pedro Martínez, Donlin (3), Gostovic (5), Kisselev, Carrillo, Antonio Martínez (1).
36 – Barcelona: Moller (1) (Pérez de Vargas); Ariño, Aleix Gómez (3), Thiagus Petrus, Mem (1), Fabregas (7), R. Entrerríos (3); Janc (3), Cindric (3), Palmarsson (1), Dolenec (5, 3p), Sorhaindo (2), N’Guessan (4), Pascual, Frade (3).
Marcador cada cinco minutos: 1-3, 3-5, 7-9, 8-13, 10-19, 13-20; 16-24, 18-26, 20-29, 21-31, 24-34, 27-36.
Árbitros; Raluy y Sabroso. Excluyeron a Casqueiro y Marchán por el Ademar y a Frade y Janc por el Barcelona.
Incidencias: Final de la Copa del Rey. WiZink Center de Madrid, 600 espectadores.
