¡Vergonzoso! ¡Un grave error! ¡Increíble! ¡Una p.. vergüenza!
Estos mensajes y varios más que no puedo ni debo reproducir en estas líneas, me han llegado estos días desde el comunicado de la JCYL que impide de nuevo, el comienzo de entrenamientos y competiciones en el deporte base.
Recordamos, hablando ya más concretamente de fútbol, que el inicio previsto para noviembre, se aplazaba al próximo y ya cercano mes de enero, y que ahora queda aplazado “sine die”.
Hasta aquí todo correcto y por supuesto entendible, si la situación sanitaria así lo demanda. Todos y cada uno de nosotros, entre los que me incluyo, comprendemos que lo primero es la salud en general y la de los deportistas, en este caso, en particular. Pero, hay muchas cosas que escapan de mi conocimiento. Me extraña, y siempre lo he sentido así, que haya sectores a los que la pandemia, o mejor dicho sus consecuencias, afecte de una manera más contundente que a otros.
Por ejemplo, como se ha estigmatizado a la hostelería, a los gimnasios o a los centros deportivos, cuando los números, que están ahí, nos muestran que de estas actividades provienen un número muy bajo de contagios.
Pues en el mundo del deporte, y concretamente del balompié ocurre algo parecido. Sabemos y seguimos categorías que ya han comenzado, no sólo a entrenar, sino incluso a competir, y sin embargo otras muchas más ni lo han hecho ni, mucho me temo, tampoco lo van a hacer esta temporada.
Hemos leído que este virus, es muy inteligente y profundamente adaptativo al medio que le rodea, pero hasta el punto de distinguir edades, sexos, sectores, deportes o regiones geográficas ya me parece más difícil de creer. Respeto que se pueda disputar la LFP, la Champions League e incluso la Segunda B y la Tercera, además de las categorías amateurs, pero nos estamos olvidando del deporte base miles de niños y niñas sólo en esta comunidad, que llevan desde marzo sin poder ni siquiera entrenar, Y a día de hoy, sin una solución a la vista.
La LFP y otras competiciones, nos “venden” que las consecuencias económicas de no jugarse serán enormes. Y también lo entiendo. Hablamos de la debacle deportiva en niños en etapas formativas, pero no veo a nadie referirse a las pérdidas económicas, no solo para los clubs deportivos, sino para todo lo que rodea el mundo del fútbol base y deporte en edad escolar. No comprendo como se han podido cerrar sectores como la hostelería o los gimnasios por ejemplo, sin ningún tipo de ayuda, condenando a muchas empresas a una muerte segura.
Pero, los clubs deportivos, esos grandes olvidados, con estructuras precarias en su mayoría, sosteniendo año tras año, algo que siempre es deficitario: el fútbol base. Clubs condenados a la desaparición, aguantando como pueden sus gastos fijos sin ni siquiera poder exigir a los padres las cuotas con las que afrontan las temporadas.
Y aquí aparece otra de las incógnitas de esta pandemia que nos ha pillado a todos mal perfilados, sin opción ninguna de poder hacerle frente: un virus que sabe de fronteras y de política.
Al descontrol lógico derivado por la pandemia, añadimos un montón de decisiones políticas, tomadas por personas que indudablemente poco o probablemente nunca han estado a pie de campo.
Comunidades de primera y de segunda, regiones donde desde Octubre todas las competiciones de base y otras como la nuestra, la de Castilla y León, que no lo van a hacer. Comunidades que han inyectado hasta 25.000 € a cada club deportivo, para tratar de asegurar la supervivencia de los mismos. Algo que aquí ni ha llegado ni se espera.
Como explica un padre o una madre, un entrenador o un delegado, a ese futbolista que este año iba a debutar en categoría regional, o que por fin tiene la edad suficiente para debutar en competiciones federadas, que al no jugar en juveniles (regionales) o en Tercera División, no va a ni siquiera entrenar son sus compañeros.
Incongruencias una detrás de otra, donde un partido de Tercera División puede tener hasta público además de disputarse, o que acudan más de cuatro mil personas al Reino de León (situación por otra parte, muy bien gestionada por la Cultural y Deportiva Leonesa), y que un partido de siete benjamines contra otros siete sea prácticamente considerado una locura.
En esta nuestra comunidad, como diría Juan Cuesta, podemos inaugurar tiendas con más de 400 personas, o simplemente acudir a un lugar de culto (espacio cerrado) a un funeral siempre que no seamos más de 100, pero, sin embargo, jugar al fútbol al aire libre un encuentro de futbol 7 es algo inconcebible para la Junta de Castilla y León.
Cuando estas mismas autoridades, deciden la vuelta a los colegios de nuestros pequeños, pasando muchas horas juntos en espacios cerrados y reducidos, creo que se olvidaron de pensar en el deporte escolar, y en los beneficios de su realización.
Consecuencia de estas decisiones y de que el deporte base no haya comenzado son las aglomeraciones que vemos casi a diario en las canchas de nuestras calles. Quizás, en una concienzuda estrategia super diseñada por nuestros rectores, han conseguido que vuelva al fútbol a las calles, y que estemos creando una nueva generación de “cancheros”.
Para más inri, el mismo día que la Junta de Castilla y León nos anuncia que es más fácil que el hombre regrese a la luna que veamos fútbol base esta temporada, la Junta de Andalucía anuncia que además de tener competiciones, el público va a poder acudir a los partidos.
Lo dicho, ante un virus inteligente, adaptativo y sumamente rebelde, encontramos además una simbiosis con unos rectores incompetentes que nos dirigen desde el calor de sus despachos mientras que los pocos o pocas afortunadas que pueden disputar sus partidos pasan frío fuera de los banquillos.