La Cultural y Deportiva Leonesa cerrará un mes de enero con hasta ocho encuentros disputados
En la vida se pueden experimentar dos tipos de cansancio. El físico, y el mental. Desmenuzándolos un poco, el primero hace hincapié en el agotamiento que una persona o animal puede llegar a experimentar al realizar un ejercicio que conlleve el desgaste de músculos, órganos y huesos. Y el segundo –tal vez el más normal en esta sociedad– es el que, nuevamente, un ser vivo puede llegar a sentir al realizar una actividad (física o no) con una continua marcha, privando la gran mayoría de las horas de sueño.
Y es importante definir los dos tipos de cansancio, pues el fútbol es una práctica que conlleva un poco de las dos. Y es que un equipo de fútbol siempre lleva una misma rutina. Entrenamiento de martes a viernes (en ocasiones a doble sesión), viaje o preparación el sábado y partido el domingo. Una misma rutina que se repite y repite a lo largo de diez meses (y, en ocasiones, más).

Pero esa rutina ya es conocida por los dos protagonistas, el jugador y el espectador. El primero de ellos es consciente de que esa rutina rodeará su vida por lo menos los siguientes 20 años. Es conocedor de ello, y disfruta de la comodidad de un trabajo que tan solo conlleva esfuerzo físico. El segundo, el espectador, también es conocedor de esta rutina, pero poco tiene en la cabeza cómo puede llegar a responder un jugador a esto. Bien típica es la frase de “son profesionales y para eso cobran” o “ya están acostumbrados a eso”.
Una realidad que se nos escapa
Imagínese, querido lector, que usted va a trabajar cada día a un restaurante. Entra a las 09:00 horas y está ahí hasta más allá de esconderse el sol. Los primeros días puede que se acojan con entusiasmo. Pero ahí está la rutina para fastidiarlo todo. Pasan los días, las semanas, los meses y los años y usted sigue el mismo horario. ¿Cómo es su estado tras ese tiempo? Le haré un spoiler: cansancio.

Ahora cambie el restaurante por un campo de fútbol. El horario más corto, pero el esfuerzo físico mayor. Y no se olvide el pasear con su familia por la calle con cientos de ojos dirigiéndose a usted y algunos atrevidos que les pide una foto. Y pasan los días, las semanas, los meses y los años. ¿Cómo es su estado tras ese tiempo? No hace falta responder.
Y es que, como cualquier trabajo, el fútbol tiene rutina. El fútbol tiene esfuerzo. Y el fútbol puede llegar a comerse al jugador. “Son profesionales y para eso cobran”. Y usted con su trabajo, y tiene el mismo derecho a cansarse.
Una Cultural y Deportiva Leonesa “cansada”
Permítanme la utilización de las comillas como modo para evitar linchamientos prematuros. Ya hemos hablado del cansancio mental, ahora hablemos del cansancio físico. Imagínese, querido lector, que al primer cansancio le sumamos un partido extra en esa misma semana.

Ya son dos a la semana. E imagínese que ese partido extra es contra un club con futbolistas mucho más talentosos, rápidos, fuertes y preparados. El esfuerzo esa semana, tanto físico y mental, debe ser mucho mayor si se quiere asumir ese partido con la misma imagen que se asumen los demás.
Vamos a poner nombres para mejorar esa imagen mental. Arenas de Getxo y Huesca para empezar. Amorebieta y Real Unión de primer plato. Atlético de Madrid y Bilbao Athletic de segundo. Y Valencia y UD Logroñés para acabar. Si no van mal las matemáticas, son ocho encuentros en 26 días. Dos partidos por semana en el que, según mucha gente, para nada puede afectar a 22 futbolistas pues “ya están acostumbrados” y “para eso se les paga”.
Y bien, puede que no sea el caso. Puede que contra el Bilbao Athletic no fuera un problema de cansancio, sino de pegada. Opiniones las hay por mil. Igual que uno no es médico para conocer el porqué del fallo en el organismo de Dioni para que, después de un golpeo a puerta, tuviera que salir lesionado del terreno de juego. Imposible saber el porqué, pero seguro que los seis partidos a sus espaldas nada tiene que ver.

O la explicación al bajón de ritmo de lo visto en Lezama con Aitor Fernández o Sergio Marcos. Un mal día lo puede tener cualquiera, es normal. Pero qué extraño, fíjese, que esos jugadores que sus bajones de ritmo en la temporada se cuenten con dos dedos de la mano, lleguen tras seis partidos al máximo nivel a sus espaldas. ¿Coincidencias tal vez?
Hay dos tipos de cansancio en esta vida. Y los dos igual de potentes. A unos les puede afectar más, al igual que a otros menos. El cansancio no es una excusa, pero es algo que está, y se vive. No con ello se puede justificar una derrota, ni mucho menos. Pero en pocos o muchos detalles se puede apreciar. Y la siguiente vez que alguien se pare a pensar si el cansancio ha hecho mella o no en un equipo/jugador pregúntese… ¿Y yo, estaría cansado?