La Cultural y Deportiva Leonesa cae en tierras vallisoletanas (1-0) frente al filial blanquivioleta y suma su segunda derrota consecutiva
En 1912, un total de diez españoles se embarcaron en el famoso trasatlántico desde el puerto de Southampton rumbo a Nueva York. Cinco días de travesía disfrutaron en sus respectivos camarotes de primera y segunda clase hasta que, como bien se sabe, un inoportuno iceberg puso fin al viaje del que era el crucero más grande hasta la fecha.
108 años más tarde, un total de once jugadores procedentes de tierras leonesas se embarcaron en un nuevo trasatlántico. ¿El origen? Valladolid. ¿El destino? El liderato. Tan solo una victoria ante el filial blanquivioleta (y la espera de los respectivos choques de Logroñés y Bilbao Athletic) colocarían a los de la capital del Reino en primera posición. Pero, al igual que en 1912, el viaje no iba a llegar al destino.
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El hundimiento del Titanic fue causado, entre otras cosas, por una serie de desafortunadas desdichas. Teniendo como punto y final el descalabro con la gigante masa de hielo. Al igual que ello, el encuentro iba a comenzar con los locales avisando del peligro. Zalazar avisaría de las peligrosas aguas enviando una falta por encima de la portería de Leandro Montagud. Sin peligro, pero dando a conocer la tónica del encuentro.

Contestarían los leoneses con una copia exacta de la anterior. Luque enviaría por arriba del larguero el saque de la amonestación. El mar estaba en calma y la lluvia daba una tregua. Los futbolistas del Bernesga asediaban la meta defendida por Samuel Pérez. Dioni pudo poner el 0-1 en el marcador y hacer de esta travesía un final feliz. Pero el meta local, en una, y la falta de puntería, en otra, hicieron que el barco tomara otra dirección.
Y ya se sabe el dicho del que mucho perdona. Igual que se sabe que en aguas calmadas y sin apenas oleaje es cuando peor se puede percibir la presencia de grandes masas de hielo. Y así fue. Cuanto mejor estaba la Cultural en el encuentro sucedió el naufragio. Una contra por la banda izquierda, precedida de una posible falta no pitada, finalizó con el balón en los pies de Víctor García dentro del área. Disparo cruzado y a las redes. O, por decirlo con el símil, impacto del iceberg contra el casco del barco.
El Titanic estaba ideado para que pudiera soportar cinco cámaras inundadas, pero el impacto hizo que fueran seis. Del mismo modo, un solo tiro a puerta de los locales hizo falta para que el 1-0 se dibujara en el marcador. Y esas cifras no se moverían más en todo el encuentro. Las del marcador y las de los tiros a puerta en contra.

La segunda mitad podría resumirse en el intento de los tripulantes de abandonar el barco ante el rápido hundimiento del mismo. La Cultural hacía lo posible por buscar alguna forma de encontrar el empate y poder salvar algo del viaje. Pero, al igual que en 1912, eso no pudo ser.
Andy Kawaya se erigió como el dueño y señor de la banda izquierda. Pero sus ofensivas poco o nada de peligro ocasionaron. El barco se hundía y el tiempo no acompañaba. Aira dio entrada a Pichín, Galván y Benito para poder salvar algo del desastre. Pero esa ayuda no llegó. La única vez que el balón se introdujo en las redes vallisoletanas fue en posición incorrecta según el línea después de que Aitor Fernández rematara un rechace de la defensa.
No daba tiempo para más, y el barco se partió a la mitad. El pitido final del colegiado decretó que una nueva derrota se sumaría al casillero leonés. Nuevo naufragio de la Cultural. Y, por si fuera poco, en mares castellano-vallisoletanos, que duele más. Ahora, los once del Titanic a la espera estarán de si los botes de los pinchazos de Bilbao y Logroñés rescatan algo de esta tragedia.