Sí, por la puerta grande debería haber salido Jorge Palatsi. El guardameta castellonense abandona la Cultural a pesar de haber renovado la pasada temporada con un contrato de larga duración. Pero lo hace finalmente por la de atrás, porque sólo una año después, y a pesar de ser uno de los jugadores más queridos por la afición, al club ya no le interesa y ya no se contaba con él. Su despido ya es un hecho algo que me ha sorprendido sobremanera, siendo uno de los capitanes de la plantilla culturalista. No es el primero además de los capitanes que abandona el equipo y no será el último.
Llama la atención que los jugadores más críticos con la gestión que se está haciendo en el club sean los que cojan la rampa de salida, mientras que los que aplauden esta gestión sean recompensados con la continuidad.
Un Jorge Palatsi, prodigo en las actividades de representación del club, llegando a ser uno de los padrinos del campus culturalista, hubiera seguramente finalizado su carrera deportiva en León, tal y como ha demostrado y expresado en diferentes ocasiones que era su deseo. Pero no ha sido así. Como muchos otros antecesores, su salida de la casa blanca no ha sido la que merecía. Muchos han sido los casos de jugadores de club, de los que todos los equipos quieren en sus filas, que son denostados y vilipendiados, terminando fuera de la entidad sin tener en cuenta todo lo que han aportado.
Me consta que su salida ha dejado un reguero de lágrimas en las oficinas del Reino de León y también entre muchos aficionados, que así se lo han hecho llegar al propio Jorge. Atrás quedarán sus propias lágrimas en el descenso en Soria, su desvanecimiento en el ascenso, ese saludo característico al fondo norte en los partidos de casa, esa sonrisa para cada niño que se le acercaba.
No sé si se va un gran portero, no soy quién para valorar méritos deportivos, pero si que la Cultural y León, pierde una gran persona, un tipo de los que se visten por los pies. Alguien que ha sufrido como nadie los malos momentos de su equipo, que ha luchado por cambiar y mejorar las cosas, que ha sufrido pérdidas familiares irrecuperables y no ha dejado ni siquiera de entrenar, que ha estado al lado de los suyos cuando así ha sido necesario, y que dejará un gran vacío en muchos de los aficionados blancos.
Un futbolista de los que no visten de Gucci, sino que sabe de donde viene y a donde va, que no se siente más importante que nadie, que deja huella allí donde va, desde la Salsadella hasta León y que estoy seguro que en Burgos también lo hará.
Por eso la puerta de Jorge ha de ser la puerta grande, la reservada a los mejores, la que sólo unos pocos elegidos pueden atravesar