Hasta un total de 20 equipos competirán esta temporada en Segunda División B
Como cada temporada, la división de bronce del fútbol español vuelve a ser el ‘ojo del huracán’ en un debate que se lleva discutiendo desde hace años. Y es que, de entre los 80 clubes que conforman la tercera categoría del balompié nacional, esta campaña un cuarto del total de equipos serán los ‘hermanos pequeños’ de las entidades que actualmente militan en Primera y Segunda División.
De esta forma, RC Celta, Getafe, Atlético de Madrid, Real Madrid, Real Oviedo, Sporting de Gijón, Las Palmas, Athletic de Bilbao, Real Sociedad, Deportivo Alavés, Osasuna, Real Valladolid, RCD Espanyol, FC Barcelona, Villarreal, Levante UD, Valencia CF, Cádiz CF, Granada CF y Sevilla CF tendrán a sus respectivos filiales en alguno de los cuatro grupos de Segunda División B.
Además, el porcentaje se vuelve incluso más destacado si se pone la vista sobre el Grupo I de dicha categoría; en la cual hasta siete de los 20 clubes que lo conforman tienen la letra B junto a su nombre. Ante estos datos, se formula la pregunta de si sería mejor que los segundos equipos jugasen en una división al margen del sistema de ligas españolas o si, por el contrario, el planteamiento de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) está correctamente estructurado.
No a los filiales en el fútbol español
Posiblemente, la respuesta que más seguidores tiene ante el eterno debate que surge cada temporada. Un porcentaje que, además, llega siempre de la mano de esos hinchas y aficionados de los 60 equipos no filiales restantes de Segunda División B. Y, como razón mayoritaria para ese “No”, se tiene como siempre la desigualdad económica.
Y es que entendible es que un club filial de una entidad que milite en Primera División siempre tendrá las arcas económicas más aventajadas que el resto de clubes de la categoría. Ejemplos notables los hay todos los años. No hay más que echar la vista a la campaña pasada, en la que el tema Vinicius Jr. y el Real Madrid Castilla estuvo en boca de todos sobre si adulteraba o no la competición. Y dicho debate parece que tendrá su segundo asalto esta temporada con las nuevas incorporaciones del filial blanco.
Otra de las razones con más peso para la no inclusión de los filiales en el fútbol español son sus propósitos de temporada. Mientras que un club no filial, literalmente, se ‘juega la vida’ para poder lograr el ascenso de categoría o la permanencia en la misma, un equipo B no tiene ese problema de subsistencia. Cierto es que los ‘hermanos pequeños’ de entidades en Primera División tienen como objetivo ascender a la categoría de plata.

Del mismo modo que cierto es que en el caso de no cumplir los objetivos, el espaldarazo económico de estos primeros equipos no influye en su futuro en el fútbol español. Contrario a lo que ocurre con los equipos no filiales, que en el caso de finalizar la temporada lejos de sus propósitos puede llevar al club una profunda crisis o, en casos extremos, a su desaparición.
De esta forma, la propuesta que se lleva entregando a la RFEF es la similar a la que países como Inglaterra llevan a cabo para sus equipos filiales. Poniendo más detalle en el país bretón, el sistema que utiliza la Premier para estos clubes es la composición de una liga formada únicamente con los filiales o Sub 21. Una categoría que nada intercala con la práctica del sistema profesional de ligas inglés.
Sí a los filiales en el fútbol español
Caso contrario al anterior es la naturaleza de los seguidores del “Sí” a continuar con el sistema actual de competición. Si en el caso negativo los seguidores eran los aficionados a los clubes no filiales, los que son optimistas a dejar competir a los segundos equipos con el resto son los aficionados a las entidades con primer y segundo equipo. Y es que tener a tu equipo en Primera División y a tu filial en Segunda es una buena dosis de felicidad.
Cierto es que estos equipos pueden incomodar a los que se juegan llegar a final de mes en Segunda División B, pero también hay que decir que el nivel de jugadores presentes en los clubes filiales no sería el mismo si no compitieran frente a los equipos con los que compiten ahora. Y es que muy diferente es, para un jugador de un filial, poder disputar partidos en la categoría de bronce (o plata) del fútbol español a hacerlo en una liga creada por y para segundos equipos.
Es por ello que el nivel de los jugadores filiales cuando ascienden a un FC Barcelona o un Real Madrid es muy diferente al de los respectivos en Inglaterra cuando el primer equipo le sube a disputar un partido en Premier League. Además, también hay que tener en cuenta que los jugadores de filiales, desde el primer momento, conocen lo que es competir a ‘vida o muerte’. Muy diferente a lo que sería competir en una liga sin ascensos o descensos y contra jugadores que se juegan lo mismo que tú.
El competir contra jugadores veteranos y ya curtidos en mil batallas puede dar una gran evolución en un futbolista filial de 19 años y que, al dar el salto al primer equipo, el cambio no sea tan ‘brusco’ como podría ocurrir en el caso contrario. El debate está servido y, una vez más, las distintas opiniones seguirán sin nivelar destacadamente la balanza a favor de una idea u otra.